jueves, 29 de octubre de 2009

Obsoleto sistema

A veces lo importante queda relegado y con esto pasa el tiempo. Quiero decir que por causas relacionadas con el Museo y otras menudencias, que ocupan mi cabeza, sin que por ello sirvan para arreglar los graves temas que aquejan la sociedad en la que me tocó vivir, convivir o subsistir, y dan lugar a que lo trascendental siga ahí postergado. Así que de hoy no pasa.

Las cosas funcionan bien o mal cuando las componen distintas partes. Pero aún así a veces fallan ni con esas. Veamos un ejemplo: un coche tiene en su motor todos los mecanismos y sin embargo puede negarse a funcionar. Hace ya años me puse a montar el telar de bajo lizo en el Museo. Las piezas estaban dispuestas en el suelo para darle sentido al puzzle. Me decía: sí ésta va aquí y ésta otra más arriba, sobre ésta otra, puede ser que sea así. Vuelta a un lado, vuelta a otro, el telar tomó forma. ¡Ah!, pero hete aquí, que al final había dos piezas que no había donde colocarlas. Volver a desarmar resultaba embarazoso, no sólo por el temor a un peor resultado, sino que el tema urgía en ese desmedido interés por saber cómo funcionaría. Así que lo dejé, y esperé a que la tejedora, que conocía el artilugio, diera un vistazo a aquel complejo tinglado. Parece ser que aquello tenía arreglo porque no eran fundamentales y el telar funcionó con aquellos palitroques atados con unas cuerdas. Así estuvo hasta que se trasladó de lugar. En él la urdimbre y la trama dieron lugar a mantas. Estas mantas eran hechas, a veces, con retales o tiras de trapos.

Ahora veamos como armar el sistema hexaédrico, del que les hablé prescindiendo de “piezas” innecesarias. (ver entrada al Blog 29-09-2009)

Pongamos por caso que en cierto imaginario lugar del Planeta hay un sistema instituido que consta de 17 ministerios. Cuando tuvo 15, también desempeñaba su función (como el telar) así que dejándolo en 6, queda garantizado su funcionamiento; porque eliminando dinamismo burocrático quedan menos lugares de fricción, y por lo tanto, se necesita menor lubricación. O sea no hay que “engrasar” tanta “pieza” innecesaria. Además se economiza energía eléctrica, combustible, calefacción y tarjetas oro. Claro que se resentirá el pueblo y las fábricas de coches de lujo (el pueblo por el conductor) Esto es de lamentar, pero se le puede pagar igual el sueldo sin que tenga que conducir “cargas”/“cargos” inútiles (género inventado por una ministra).
–SEGUIRÁ-

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