viernes, 15 de enero de 2010

El país de los excesos

Continuaremos con el tema de “hacer cruces”.

En la calle Mayor (hoy Ferreiro) existe un cruce de caminos al que siempre denominamos como la Cruz. Entre la casa ya citada (de Juan) y este punto hay algo más de 100 metros. Desde éste al Ferreiro otro tanto, y así mismo, otros tantos a la casa del Hospital, o Lazareto que fue de Santiago. Ahora coloquemos una bombilla de 25 W. en cada lugar que hacen un número de 4. Si quiere conocer la relación lumínica de estas lámparas con cualquiera de los actuales medios, les diré que es algo mayor que la que irradia una vela. Por lo tanto, aquellos puntos luminosos, nos servían de referencia en las oscuras noches, como estrella polar, en la navegación a vela (entiéndase aquí el juego de palabras). Hoy esos espacios los cubren 11 poderosas lámparas. Si a esto sumamos otras 14 en el barrio del Ferreiro, son un total de 25. La iluminación mejoró hasta tal punto que si calculamos una media de 3 focos o puntos de luz cada 100 mts, llegamos a la conclusión que muchas más de 1500 lámparas rompen la oscuridad de la noche, en las desérticas calles de mi perdida aldea. Y con esto no quiero decir que haya que volver a esa penumbra en la que transcurrió una parte de mi vida. No, no se trata de eso, sino de paliar el despilfarro energético y la contaminación lumínica. Esta contaminación no es sólo aquélla que desde muchos puntos a 15 Km. divisamos, sino también la relación de cada Kw. consumido con la polución atmosférica.

Ustedes se preguntarán qué se puede hacer para evitar el exceso, porque a las comodidades se habitúa el ser humano fácilmente. Es muy sencillo: regulemos ese alumbrado reduciéndolo el 60%. Y después de las doce de la noche, dejemos sólo esas luces de referencia en recorridos de extrarradio, de los que nadie se beneficia. Y si alguien cree que la delincuencia esta asociada a la oscuridad, observe el despilfarro de energía en las ciudades y su nivel de delitos por unidad lumínica. Si este dato no les parece significativo, les aportaré uno muy particular: A más “Luces”, menos delincuencia y a menos “Luces”, más delincuencia. Creo que aquí el juego de palabras nos puede conducir hacia esa época de fulgor y oscuridad, en cuanto a ilustración o cultura; entendiendo esto último a que este tiempo pasado no lo fue de Luces. Dicho de otra forma: los botarates campean a sus anchas protegidos por la luz del sistema, ostentado por mediocres, y sustentado por panegiristas que como tales lo apoyan.

Pero no es esto lo grave del cinismo que nos muestran aquéllos que parece ser, son los elegidos. Lo peligroso es que con total insolencia se reúnen en la Cumbre de Copenhague, para acordar o confabularse en una alianza, en la que de mutuo acuerdo, puedan los países contaminar a su antojo, sin que surja la protesta de ninguno de ellos. Y a los otros, a los que no contaminan, se les da la limosna previamente tratada, y así cargarse el Planeta. Claro que si les sirve a Ustedes también de consuelo: en este viaje sucumbiremos todos.

Nadie quiere apagar la luz ni tomar medidas que les haga peligrar a sus canonjías; mas me temo que de seguir así, acabemos a oscuras o igual de ricos que en la década de los cincuenta y sesenta (las otras ni las cito).

Haxa salú. ¡Lévelos Xudas! a esos hipócritas que nos pasan la cruz y nos obligan a soportarlos.

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