domingo, 5 de septiembre de 2010

Furador

Creo adecuado dar el nombre que corresponde en castellano puesto que furador se aplica a diversos útiles en la fragua de un ferreiro, para afuracar o hacer huecos o agujeros de distintos tamaños y formas. Por lo tanto éste, al que nos referimos hoy, es una pequeña barrena para taladrar madera, al que también podríamos denominar como sonda, porque de eso se trata: hacer una prospección en un árbol para conocer su naturaleza interior. Sin embargo, Usted se preguntará qué necesidad hay de recurrir a este artilugio, si la materia que compone al vegetal la conoceremos por la forma de sus hojas, corteza, frutos etc. Siga Usted leyendo y
verá cómo la picaresca humana es infinita.
Hace bastantes años, este bastón, parecido a un estoque para defensa personal, era usado por algunos maderistas que recorrían pueblos y montes comprando maderas de distintas especies. Lógicamente, por esta zona, predominan los castañeiros (castaños), carballos (robles), algún que otro padrairo (arce) bidueiras (abedules) freixos (fresnos), fallas (hallas) y, curiosamente, unos veinte ejemplares de piñeiros (pinos piñoneros). Claro que también había otros árboles que por se frutales, no los consideraremos como maderables, aunque el cereixal (cerezo) se vendía después de viejo como madera. Pero entre éstos, la que nos merece especial atención por ser el caso que nos ocupa el furador, es la noceira (nogal). Estas maderas eran muy apreciadas para muebles, culatas de armas por su ligereza y resistencia, además de su destacado papel en el taraceado y talla. Dijimos éstas porque el nogal lo había blanco y negro. El negro era y es, muy
apreciado por lo tanto, hete aquí que la función del furador prestaba un gran servicio; claro que sólo se lo hacía al maderista, porque el propietario del árbol ignoraba que el astuto industrial había pasado, en algún momento al pie de su enigmática noceira, y con sigilo había desentrañado el secreto de su negro duramen. Conocida la naturaleza y calidad del árbol, éste hacia que el interés por su adquisición fuera mayor, pero no al alza en cuanto al precio. Digamos que si no había trato, se podía pasar la noticia a otro maderista, para que adquiriera el preciado vegetal devaluando la oferta del dueño del bastón furador y así demostrar que el noble nogal no valía más. El hueco del horadado no afectaba su tronco porque para algo estaba la pericia del experto cirujano practicando la biopsia al sano y negro productor de nueces y negra madera para el taraceado que antes citábamos.
El crecimiento del nogal suele ser rápido, si el terreno tiene buenos nutrientes. De todas manetas para que un ejemplar alcanzara un buen porte y fuera de “los negros” solía tener casi un siglo, he aquí la escasez de éstos.
Había en cierta ocasión un industrial maderero, del que omitiremos el nombre por razones obvias, que adquirió un monte de castaños próximos a un prado, al fondo del cual crecieran tres nogales portentosos. En el importe de la compra se habían incluido aquellos árboles por los que había pagado otro precio, y nada ocurrió hasta que estos fueron “baltados”, “tronzados”, “tumbados” o “talados”. El primero era blanco, el segundo -comprobó asombrado el maderista- que era un ejemplar negro, en el que un delgada capa de albura circundaba un enorme tronco negro como azabache. Esperó a que los operarios incidieran con el tronzador, aquel ser vivo que seguía en pie, y cual no sería su sorpresa al comprobar que de aquel corte salía un oscuro serrín, que no dejaba lugar a la duda. Sin esperar a que terminaran de cortarlo, se fue a buscar al propietario de la finca y cuando regresó con él, le dijo:
-¡Mira tú que mala suerte , con lo que yo te pagué estos árboles y van a salir inservible! ¡¿A quién voy a vender esta madera pasada, que no vale ni pa mangar navallas?! Home, parez mentira pa ti!
-¡Home! ¡Parez mentira!¡Conmigo nadie perdió nunca nada! -Dijo el propietario de la finca- Eso arreglase fácil! Págame éste que ta bien y los otros nun te cuestan nada.
-Ya sabía yo que no era problema por eso fui a buscarte. Gracias –dijo el avispado maderista-

1 comentario:

  1. La conciencia y ética de este señor era verde y comiola un burro ¿eh Pepe?, pobres hombres, engañados por gente sin escrupulos

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