miércoles, 28 de noviembre de 2012

TANI

Hoy, día 28 de septiembre, me llamó por teléfono mi amigo Sandalio Linera Martínez. Hablamos de varios temas, entre ellos la historia de la máquina de fideos sobre la cual ya escribí una crónica. Esta variada conversación despertó en mi memoria hechos un tanto confusos o abstractos, que surgen con clarividencia. Así, entre los dos, completamos aquella historia que permanecía en ese cajón de los recuerdos, que alguien abre, para que surja con nitidez aquello que permanecía oculto en nuestra vieja mente.

Hay cierta canción que a veces tarareo, de la que nunca supe su origen. Gracias a este amigo recordé aquello que estaba aletargado en el cerebro. Es curioso cómo la sinapsis vuelve a poner en contacto las neuronas y recordamos lo que ocurrió hace muchos años, y sin embargo, no somos capaces de recordar cosas que sucedieron el día de ayer.

Conozcamos la canción que cantaba la vedette del teatro: ¡Ay Tani, que mi Tani!

¡Ay Tani, Tani que mi Tani!
Ay Tani, Tani que mi ta… 
Ay tani, Tani morena de sangre española, 
que corre en tus venas la sangre real. 
Una y una dos, dos y una tres
no sale la cuenta porque falta el churumbel. 
Y los novios que están en Graná 
han venido de tierra lejana 
el blanco pañuelo y la raza calé 
que no hay en Graná 
una novia más guapa ni habrá. 

Desde luego, no sé si aquella vedette del “Teatro Argentino” era gitana, pero por el texto de la canción, casi seguro que lo era.

Debo describir aquel teatro que actuó en Grandas, del que mi amigo Sandalio recordaba más que yo.

Hacia el año 1947-49, y años posteriores, trabajaron en el Salto de Salime un sinfín de obreros. Esta avalancha de gente foránea, dio lugar a que en la villa surgieran espectáculos variados. Unos itinerantes y otros, como el cine, fijos o alternos, por una cuestión del cambio de sus propietarios o administradores. Entre aquellos que llamaremos esporádicos, surgió éste que llamó mi atención, no sólo por la farándula, sino porque su aforo era importante.

Son, como ya dije, recuerdos de niñez que este amigo sacó a colación, porque sabe de mi interés por lo acaecido en el lugar en que nacimos. Tanto fue así, que si yo recordaba una alta valla, él le puso color. No sé si de forma un tanto confusa, aparecen en mi mente aquellas sillas plegables o éstas son las que había en el cine, lo que da lugar a que mis recuerdos no sean concretos. De todas formas, en lo que sí coinciden los datos, es que el teatro se llamaba Argentino, y situara su tramoya en el solar que hoy ocupa la que fue llamada casa de Goy, que por entonces, estuvo destinada para la construcción de la casa de la Dirección; mansión para los ingenieros de la obra, de la que sería largo dar noticia aquí. Parece ser que una gran parte de aquel mobiliario siguió allí un tiempo. Si fue así, yo no logro recordarlo.

Lo llamativo de esta historia es que aquella canción perduró en el tiempo, dando lugar a que la letra pasase de boca en boca, es más, un primo mío puso de nombre a su perra Tani. Era él algo aficionado a la caza y la mantuvo durante un tiempo. Años después, pasó Tani al caserío de San Feliz, lugar que hoy está sumergido o engullido por el embalse de Salime. En la planta baja de la casa de Grandas donde vivía Heriberto, el hijo de una hermana de mi padre, se había instalado un chigre o cantina, el Tercio. El arrendatario de aquella venta, se llamaba Arturo, y estaba casado con Amparo, hermana de Félix, el que había sido agraciado con la manutención de la vivaracha Tani. El embarazo de Amparo hizo que, casi al final de la gestación, volviera a su domicilio aquella Tani. Se harán ustedes la pregunta del por qué mezclo en la narración a las personas con esta setter. Pues es muy sencillo: cuando Amparo dio a luz a su hija Amelia, Tani tuvo que ocuparse de dar la buena nueva a la familia que vivía en San Feliz. Claro, se estarán haciendo la pegunta de cómo, si los perros no hablan. Pues bien, se recurrió a poner una nota en su collar y una lata en la cola, de esta manera, “la Tani telegráfica” llegó al caserío en un santiamén, portando la noticia del nacimiento.

Y para terminar: Ay Tani, que mi Tani…  

Haxa salú
 En Grandas de Salime, a 1 de octubre de 2012 

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