jueves, 23 de mayo de 2013

ESPONSALES V “Andaricas”



Con esto de andar, recordé otro acto o casorio digno de los “quitamanchas restaurantiles”. ¡Menos mal que había con qué eliminar lamparones, que si no….!

En la catedral de Oviedo, aparte de haber agujas, pináculos, cruces, sean o no de la victoria, se celebran esponsales. Allí, allí quisiera yo ver a los de la risa ¡Estaban listos! Ay amigos! Aquello es serio, no la boda de la aldea. El caso es que allí estuve. Asistí a la boda de un pariente que, además, es un buen amigo; y la madre de la moza…..¡Vaya cómo preparaba la fabada! Bueno, ¡oh! Las andaricas para salir del paso: ¡las de la tintorería!

Recuerdo muy bien, ¡cómo no!, que de allí fuimos a El Berrón. El berrón, en el occidente de Asturias, es que berra, el que da voces. Pero no, ese no, es que en ese lugar de Siero estaba el restaurante; y de allí fuimos unos cuantos a otro lugar…..y a otro…a tomar sidra. ¡Tomamos!, quiero decir, ¡bebimos! como si no fuéramos a beber más nunca. El caso es que bien puestos estaban los comensales en sus sitios cuando llegamos al banquete. Y nosotros también. Puestos, ¡sí señor!

La andarica es un crustáceo que reserva muchos secretos ¡Qué bicho! Su salsa interior ¡llega hasta el otro lado de la mesa! ¡Pobre traje! ¡Vaya cara que puso la señora! ¡Qué cruz, Dios mío!, ¡Qué cruz!

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