miércoles, 6 de noviembre de 2013

ESPONSALES X “Pigureiros”



Al pastor de ovejas se le llama en el occidente de Asturias pigureiro, que en el gallego de la zona también puede referirse a un pícaro. Las picardías pueden gustar o no, pero abundaban  en la zona rural, donde no se leía mucho y la transmisión solía ser oral.

Como bien dice cierto pasaje del Quijote: -“Digo, señor don Quijote -dijo la duquesa-, que todo cuanto vuestra merced dice va con pie de plomo y, como suele decirse, con la sonda en la mano” (con prudencia). Lo mismo digo: no hay mala intención, sino hechos.

En cierta ocasión, de esto hace muchos años, una maestra que había contraído nupcias en su tierra de origen, echaba en falta el tálamo conyugal. Para desviar la atención de su querencia hacia la lascivia, solía dar largos paseos. Anda que anda, llegó a un paraje en el que meditabundo, se hallaba un tímido pigureiro de no más de quince años. La adolescencia era más inocente que en la actualidad, y hablar con la maestra no resultaba fácil para el aldeano zagal. Ella, como buena pedagoga, sentada a su lado hacía preguntas al huidizo chaval, que se iba alejando cada vez que sentía el cálido muslo de aquella bella señorita. Pero todo se acaba y la pared del cierre no daba más para su huída. Acorado en aquel lugar y viendo la enseñante su congoja, le ofreció tres pesetas por un “servicio”.  ¡Aquello era mucho dinero! Era tanto, que el pigureiro accedió a dejarse hacer. Así comenzó aquel intercambio entre el ovejero y la maestra.

Entre jadeos decía él:
            -¿Me dará las tres pesetas?
            - ¡Sí, sí, pero sigue ¡hombre!, sigue!
            -¡Hay Dios! ¡Entonces dellas a mía madre que eo morro! (Entonces déselas a mi madre que yo me muero)

Haxa salú

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